20 de julio de 2013

Camboya. Los templos de Angkor


Cuando empecé mi viaje, no tenía planificado ir a Camboya, pero estando en Laos me empezó a picar la curiosidad por este país.
Sé que le tendría que dar más tiempo, porque lo merece, y porque cada día me encuentro con alguien con decenas de recomendaciones para hacer, pero ya habrá tiempo.

Mi salida de Laos fue una mañana muy temprana. Tomé un autobus hacia la frontera con la intención de que una vez allí me buscaría la vida para llegar al primer pueblo, y tomar otro bus hacia Kampong Cham, al norte de la capital, Phnom Phen.
Después de pasar un control médico en el que verifican si tienes fiebre, pago el visado y me veo en una situación bastante alarmante.

En la frontera no hay nada. Ni otros autobuses para llegar al pueblo más cercano, ni tuk-tuks...
En medio de la nada no me podía quedar, así que fui corriendo al autobús que me había dejado allí. Se dirigía hacia la capital, así que Kampong Cham venía de camino. Negociando el precio me volví a subir y respiré aliviado.


En Kampong Cham pasé menos de 12 horas, así que no me dio tiempo a ver nada, excepto varios edificios destartalados en frente del río.
Al día siguiente me subí a otro autobús para ya llegar a mi objetivo, Siem Reap.

Siem Reap es la ciudad que queda más cercana a los templos de Angkor, por lo que está llena de turistas y gente que viene de paso.
Al día siguiente de mi llegada decidí ir a visitar esos templos que tanto había oído hablar.

 
 

Estos templos se empezaron a construir en el siglo IX y hasta el abandono de la zona, en el siglo XV, se construyeron varios templos con 910 monumentos en una superficie de 200 km2.
La religión dominante fue el hinduismo, hasta que en el siglo XII, se cambia al budismo, viéndose reflejado en algunos de sus grabados.

El templo más importante es el Angkor Wat, siendo el más grande y el mejor conservado de todos.
Está considerado como la mayor construcción religiosa jamás construída.

Evidentemente, como en un solo día es imposible verlo todo, hay que seleccionar alguno de ellos y levantarse muy muy temprano para aprovechar el máximo posible.
En Siem Reap, negocié un buen precio con un tuk tuk para que me llevase a los que más me interesaba ver.

Empecé por el templo de Bayón, un templo en el que sorprende las cerca de 200 caras sonrientes en sus torres.

 

Más tarde, el templo de Ta Prohm, el único de todos que se encuentra en medio de la selva, lo que llevó hace unos años a rodar la famosa película Tomb Raider

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Pero el plato fuerte estaba por llegar, el Angkor Wat.
Tres horas son las que necesité para poder visitarlo todo. No me quería perder nada.

 

Al final del día, terminé agotado pero muy contento de haber podido estar en este lugar. 
Sin duda, han sido los templos más espectaculares que he visto nunca. Todo lo que he visto hasta ahora no es nada comparado con Angkor. Realmente te deja sin palabras.






Laos. Desconexión en las 4000 islas


Mis últimos días en Laos los quise pasar en Don Det, una de las islas que se encuentra en el sur del país, muy cerca de Camboya. Se trata de un archipiélago alrededor del rio Mekong, conocido como las 4000 islas.

Llegué hasta Don Det desde Paksé, un pueblo sin nada de encanto, pero donde pasé un par de días dando vueltas por los alrededores. 
Allí tomé un mini bus hasta el puerto de Ban Nakasang, y de ahí, una barca que me acercó hasta la isla.
Al desembarcar, empecé a andar por el único camino que había. 
Un camino estrecho y embarrado con algunos restaurantes y tiendecitas de comestibles.
Buscaba un buen alojamiento con buenas vistas para pasar unos días tranquilo, hasta que di con un bungalow super básico, con vistas al río desde un lado, y campos de arroz desde el otro.


 

Tenía muchas ganas de rodear la isla, asi que alquilé una bicicleta decidido a buscar los mejores paisajes apartado de la zona de alojamientos. 
Hice unos cuantos kilómetros pedaleando mientras observaba campos y más campos de arroz, hasta llegar a unas cascadas.
Muy cerca de ahí había una playa, que aunque fuera sobre el río Mekong, con un agua marrón como el que le caracteriza, pude descansar tumbado en la arena durante un buen rato, presenciando paisajes camboyanos.

 
 
 


Más tarde, me dirigí a ver el atardecer sobre el río, con los pescadores de fondo ultimando los rayos de sol.


Por la noche me acerqué a la zona donde creía que iba a encontrar algo de ambiente. Y aunque tampoco era un festival, debido a que me encuentro en temporada baja, pude estar tomando algo y conociendo gente. 
La vuelta al bungalow fue una odisea, ya que estaba todo completamente a oscuras y solamente tenía una pequeña luz para iluminar el camino.

En Don Det se vive de una manera muy tranquila, al estilo laosiano pero además isleño, sin prisas ni preocupaciones. Si algo se puede hacer hoy, bien, sinó ya se hará mañana (o al otro).


Esta isla tiene un estilo de vida que engancha, aunque sería perfecta si tuviese una playa como las que me gustan...todo no puede ser...

Próximo destino...Camboya!
















14 de julio de 2013

Laos. Naturaleza en estado puro


Laos no deja de sorprenderme en cada paso que doy.
Puedo estar en el lugar más turístico del país, lleno de extranjeros en busca de fiesta, y de repente encontrarme en un poblado en medio de la nada, donde eres observado por cada uno de sus habitantes mientras caminas por sus polvorientas calles.

Siguiendo mi ruta hacia el sur del país, el siguiente destino después de Luang Prabang era Vang Vieng, un pequeño pueblo de 25.000 habitantes en la falda de las montañas.
Es el lugar donde todo turista con ganas de fiesta, alcohol y demás, se concentra desde por la mañana con el único afán de emborracharse.
Una actividad llamada "tubing" es la razón por la que muchos de ellos visitan Laos.
Se trata de descender el río con un flotador mientras te paras en alguno de los bares que encuentras a los lados. La combinación de alcohol y gente en el agua solo ha dado que problemas, pero aún así, viajeros de todo el mundo vienen a probarlo.

 

Viendo ese panorama, lo mejor que podía hacer era escapar de todo aquello, así que me fui a recorrer los alrededores. 
Después de unos cuantos kilómetros conduciendo por caminos empedrados y pasando por campos de arroz, mientras te ves rodeado de unas montañas cubiertas de niebla, llegué a un poblado de unas diez casas.
Me senté en el porche de la única tiendecita que había, y me quedé observando la vida de ese lugar. Claro está, que las pocas personas que vivían allí, hacían lo propio conmigo, y en menos de quince minutos ya se había formado un corro de gente a mi lado.

Naxaysabang
Hospital de Naxaysabamg
Saliendo del pueblo, vi un grupo de chavales que estaban jugando a volleyball en un auténtico patatal, cerca de la escuela. Me acerqué y me puse a jugar con ellos. Deporte y risas durante un buen rato, hasta que me di cuenta que debía volver, ya que la noche se iba acercando, y tenía 30km por carretera infernal por delante.

 

De Vang Vieng llegué a la capital, Vientián. Allí pasé dos noches, muy cerca del paseo marítimo del Mekong, donde pude disfrutar de largas caminatas de arriba a abajo viendo la puesta de sol.
Vientián no tiene muchos puntos de interés, pero sí un gran templo, siendo visita obligada para todo visitante a la ciudad.



 
Arco de Triunfo de Vientian
Mi principal motivo de estar en la capital, era solicitar el visado tailandés en la embajada, así que pasé alguna que otra hora ahí, esperando mi turno. 

Tenía ganas de llegar a un pueblo tranquilo, sin turistas. Mirando el mapa me decanté por Savannahket y en algo menos de diez horas, me planté ahí.
Savannahket parece un pueblo fantasma; muy poca gente por sus calles, edificios antiguos con tiendas cerradas, otros edificios en ruinas...y una iglesia católica relativamente moderna, que sorprende nada más verla.

 

Me habían hablado de un par de lagos a visitar en los alrededores, y eso hice, agarré una moto y empecé la ruta.
Como sabía que el último era el más dificultoso para llegar, decidí ir primero a ese.
En cuanto llevaba 2km de camino impracticable, me vi obligado a aparcar y seguir a pie por la selva. Más que nada, porque la moto se me quedó en medio de un charco cubriéndola por la mitad. Hubo un momento que ni para atrás ni para adelante, pero con paciencia y algo de suerte, conseguí sacarla.

 
 

Una vez llegué al lago, vi que todo el esfuerzo había valido la pena. Tenía ante mi una maravilla de paisaje mientras disfrutaba del silencio que todo aquello me ofrecía.

 

A la vuelta, pasé por el otro lago para ver el atardecer y regreso hacia Savannahket.
La última sorpresa del día estaba por llegar. La moto decidió pararse justo a la entrada del pueblo, así que tuve que caminar un poco hasta que un amable tuk-tuk me acercó a donde la había alquilado.
Después de diez sufridos minutos intentando explicar mi problema al propietario, haciendo uso de algo de mímica recordando mis mejores días en China, y con mis grandes dotes artísticos dibujando un mapa, conseguí que me entendiera y fuimos en su búsqueda.

Muy buenas sensaciones en mis primeros 10 días en Laos, me ha ido cambiando la visión que tenía con el primer día que llegué.

El camino continua...














5 de julio de 2013

Laos. Cruce de frontera y llegada a Luang Prabang


Me levanté temprano en Chiang Rai y tomé un autobús hasta Chiang Khong. Un autobús destartalado, con los asientos muy estrechos y con cinco ventiladores en el techo dando vueltas sin parar.
Iba llenísimo, pero tuve la suerte de conseguir un asiento para mi y para mi mochila.

Después de dos horas de trayecto, con paisajes montañosos de postal, llegué a Chiang Khong. Desde la estación, un tuk-tuk me acercó hasta el puerto, ya que lo separaba de la ciudad unos 3km.

Bajé hacia el puerto hasta la oficina de inmigración para que me sellasen la salida del país, y me fui directo a cambiar bahts por dólares americanos, ya que en cuanto entrase en Laos, debía pagar la visa con la moneda estadounidense.

 
 

Ya en el muelle (por llamarlo de alguna manera), espero a que se llene una barca con fruta y verdura, para que me cruce desde Tailandia a Laos, atravesando el inmenso Río Mekong.
Tan solo me separaban unos minutos de mi siguiente país, mi quinto en el viaje.
En la barca, tres minutos fueron suficientes para llegar a tierra, mientras se pueden contemplar las primeras vistas laosianas.

Bajé de la barca, y con mi pasaporte y 35 dólares americanos en mano, me dirigí a hacer el check in en Laos!


También aproveché para cambiar de bahts a kips, la moneda del país. En ese momento me sentí millonario, ya que llevaba en mi bolsillo casi 2 millones de kips!!

Y ya estaba en Laos! Un país con casi 7 millones de habitantes del que tenía poca o nada de información, pero sabiendo que eso no iba a ser un problema para mi. 

Mi primer destino iba a ser Luang Prabang, la ciudad más importante del país, sin ser la capital (la capital es Vientiane). Así que desde la pequeña localidad de Huai Xai, tomé un autobús de 15 horas hasta mi primera parada.

 
 

Luang Prabang es una pequeña ciudad, con dos calles principales, una, la que cruza toda la ciudad, y la otra, la que se encuentra tocando con el río Mekong.
Laos fue colonia francesa durante mas de 50 años, y eso se ve claramente reflejado en la arquitectura de sus casas , además de poderse leer en la mayoría de restaurantes, la carta en francés, y algunos letreros con los que te cruzas por las calles, en el mismo idioma.


Sorprende el ver la cantidad de restaurantes de nivel que hay en la calle principal, con los pocos locales de comida callejera a lo que estoy más acostumbrado. Gracias a eso, he podido conocer gran parte de las calles de la ciudad, buscando siempre el puesto más auténtico donde poder degustar la comida laosiana.

 

Luang Prabang es una ciudad romántica, perfecta para pasar unos días tranquilo, paseando a orillas del Mekong, viendo el atardecer desde la terracita de un restaurante con vistas al río, y acabando en el gran mercado nocturno.

 
 

En el autobús, conocí a dos escoceses, dos inglesas y un mexicano. Por la noche, decidimos ir a un conocido bar llamado Utopia, donde pudimos tomar unas copas justo delante del río, escuchando buena música.

Quizás no ha sido el mejor lugar para empezar en Laos. Probablemente tendría que haber conocido primero el norte y escapar un poco del circuito turístico. No obstante, estoy contento de estar aquí, de estar conociendo otro tipo de gente, otro idioma y otro estilo de vida.

Queda mucho Laos por recorrer...